Primeros años

A las pocas semanas del nacimiento de Miguel Ángel, su familia se traslada a Florencia. Parece ser que Francesca, su madre, debido a su debilidad, confió el cuidado y alimentación de su pequeño hijo a una nodriza. Cuentan que esta mujer era hija y esposa de canteros, hecho que según el mismo Miguel Ángel fue premonitorio de lo que posteriormente fue su formación y su vocación como escultor

En 1481, cuando Miguel Ángel Buonarroti tenía tan solo seis años, fallece su madre, Francesca de Neri. Parece ser que este hecho marcó profundamente a Miguel Ángel e influyó de forma significativa en sus obras; sobre todo en aquellas en las que representaba a la Virgen con el Niño, incluso en la famosa Piedad. Muchos han querido ver que la falta del amor maternal durante su infancia influyó en el hecho de que las Vírgenes de sus obras no miren directamente al Niño, sino hacia la lejanía.

Ya desde niño, Miguel Ángel manifiesta desagrado por la lecciones de gramática del humanista Carlo Galeata de Urbino, al que el padre había confiado su formación, deseando para su hijo una carrera en consonancia con su estado social. Ludovico Buonarroti esperaba mejorar la suerte de su decaído linaje tras los desastres financieros sufridos por el abuelo de Miguel Ángel, Leonardo. La conciencia de la pertenencia a un linaje que se vanagloriaba de un pasado prestigioso y la preocupación por la insuficiencia de los recursos procedentes de una pequeña propiedad rural acompañaron a Miguel Ángel durante toda su vida, agravando su carácter, ya de por sí difícil y atormentado. Sin embargo, la inclinación de Buonarroti es inequívoca: le atraen el dibujo y el estudio del arte. Vasari da testimonio de que el joven prefería ante todo recorrer las iglesias para copiar las pinturas y que, a veces, por ese motivo, desertaba de las lecciones de gramática. Fue su amigo y pintor Ludovico Granacci quien venció la oposición del padre y de los hermanos de Miguel Ángel, a los cuales “les parecía una vergüenza que el arte entrase en su casa”, y fue por eso que el joven entró en el taller de Ghirlandaio (apellidado así por la afición de su padre Tommaso Biugordi a fabricar guirnaldas), y pronto acudió al jardín de los Medicis, junto a San Marcos, para dibujar las estatuas clásicas de la colección de Lorenzo el Magnífico, el cual inmediatamente le distinguió con su protección y afecto hasta considerarle como ahijado..