Un análisis de sus retratos muestra un deterioro
articular que le impedía escribir cartas pero no trabajar el mármol
Detalle de las manos del artista en los tres retratos
analizados
Michelangelo Buonarroti tuvo artrosis en
sus manos mientras pintaba, esculpía y construía alguna de las mayores obras
del Renacimiento.
Expertos en reumatología e historia del arte han llegado a esta conclusión tras
analizar varios cuadros en los que aparece el genio italiano. Además de
confirmar que era zurdo, su estudio señala que Miguel Ángel sufría un desgaste
de las articulaciones provocado o agravado por su trabajo. Sin embargo, cada
cincelada en el mármol ayudó a que sus manos no se quedaran de piedra.
De edad longeva, Miguel Ángel tuvo piedras en el riñón,
ataques de gota en uno de los pies y problemas de visión que unos han
relacionado con el envenenamiento con el plomo usado en las pinturas y otros
con las duras condiciones en las que pintó la Capilla Sixtina. En el plano
psicológico, sus cartas revelan continuos estados depresivos alternados con
otros de euforia. Además, su obsesión con el trabajo, su aspecto eternamente
descuidado y sus nulas habilidades sociales, han hecho sostener a algunos que Buonarroti
tenía algún tipo de autismo, como el síndrome
de Asperger. Lo que es seguro es que durante décadas tuvo serios problemas
en sus manos, con intensos dolores que llegaron a impedirle poder escribir.
"Parece claro que Miguel Ángel padecía una enfermedad
que afectaba a sus articulaciones. Hasta ahora se pensaba que se trataba de
gota, pero nuestro análisis muestra que podemos descartarla", dice el
médico especialista en cirugía reconstructiva de la clínica Villa Salaria de
Roma y coautor de la investigación, Davide Lazzeri.
Junto a colegas de la facultad de Medicina de la Universidad
de Florencia e historiadores del arte, Lazzeri analizó todos los detalles de
los retratos, dos de ellos pintados en vida de Miguel Ángel y el tercero,
treinta años después de su muerte. Los tres comparten dos detalles claves para
esta investigación, publicada en Journal of the Royal Society of Medicine. Por un
lado, muestran a un Miguel Ángel ya mayor, entre los 60 y los 65 años. Por el
otro, resaltan su huesuda y rígida mano izquierda. De hecho, en los dos cuadros
contemporáneos al artista no aparece la derecha, lo que ha llevado a algunos a
defender que era zurdo.
Miguel Ángel tuvo artrosis al
menos 29 años en los que esculpió varias de sus 'Pietà' y dirigió las obras de
la Basílica de San Pedro
Al ampliar la zona de las manos, los investigadores han podido
descartar que Miguel Ángel tuviera artritis, lo que sufría era una osteoartritis o artrosis. A pesar de su similitud en el
nombre y aunque ambas afecciones provocan dolores crónicos en las
articulaciones, son diferentes en origen y manifestaciones exteriores. Así, la
artritis cursa con inflamación y, en muchas ocasiones, lleva aparejada la
aparición de tofos gotosos, bultos de ácido úrico. Miguel Ángel sufría de
intensos dolores, pero de los cuadros se deduce que ni tenía inflamaciones en
los dedos ni tofos.
"La artrosis es un tipo de enfermedad de las
articulaciones caracterizada por el desgaste del cartílago articular y el hueso
subyacente. Sus síntomas más comunes son dolor en las articulaciones y
rigidez", explica Lazzeri. Esta inmovilización de los huesos de la mano
por el deterioro articular lleva a una pérdida de habilidades motoras que
afectan a la funcionalidad de las manos.
El propio Miguel Ángel reconocía en una de sus cartas que
hacía tiempo que él no respondía a las misivas que recibía. Ya no podía
escribir y redactaba a otros cada carta, reservándose la firma manuscrita. Sin
embargo, fue visto martilleando una de sus esculturas inacabadas, la Pietà
Rondandini, unos días antes de su muerte.
"Este tipo de artrosis hace que
la articulación se vuelva cada vez más rígida hasta que el paciente ya no puede
mover las articulaciones de forma correcta", comenta Lazzeri. Sin embargo,
el ejercicio y la terapia física, así como el uso diario de las manos son
beneficiosos para mitigar el dolor y mejorar la funcionalidad de la mano. Esta
es la razón por la que seguir trabajando pudo ayudar a Miguel Ángel contra la
rigidez y la inmovilidad de sus manos", añade.
Los investigadores no saben desde cuándo sufría Buonarroti
esta enfermedad, pero parece claro que cuando Jacopino
del Conte le hizo el primero de los pocos retratos que hay de él, la
artrosis de Miguel Ángel ya era evidente. "Podemos suponer que debido a su
trabajo sin descanso como escultor, el desgaste de los cartílagos de las
articulaciones y huesos de la mano provocado por los continuos golpes debió
empezar al menos en 1535 como documenta el primer retrato o incluso antes y los
síntomas se volverían incapacitantes ya en 1552", relata el médico
italiano. Ya en esa época, Miguel Ángel se quejaba a su sobrino de los
continuos dolores en la mano cuando escribía.
Las fechas son importantes porque, de ser válida la
estimación de los científicos, Miguel Ángel tuvo artrosis al menos durante 29
años. Son las tres últimas décadas de su vida, en las que esculpió tres de sus Pietà,
una de ellas inacabada, dirigió las obras de la Basílica de San Pedro y pintó
frescos como La conversión de San Pablo, entre muchas otras grandes obras.
¿Afectó la artrosis a su obra? Eso nunca se sabrá, pero sí es cierto que
algunos de sus últimos trabajos, donde el trazo o el cincel son más toscos, han
sido señalados por los historiadores como manieristas y
recargados, como anticipando ese movimiento
artístico que siguió al clasicismo del primer Renacimiento.
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